jueves, 22 de enero de 2015

Purgandus libri: Old man's war

¿Te gustó Aliens (aunque todos sabemos que no era la continuación de Alien) y ese Hicks que se duerme en una caída libre a cientos de kilómetros a la hora?


¿Te moló Starship troopers (mil veces mejor que su homónimo literario, que se toma demasiado en serio) y ese Rico que pasó de soldado raso a capitán en menos de lo que surge otro caso de corrupción?


Pues lo fliparás con 3:14, el juego de Gregor Hutton del que ya desvarié en otra entrada. He tenido la fortuna de jugar una partida y poder afirmar todo lo que dije hace casi un año: 3:14 es rápido, divertido y se ajusta como un guante a lo que pretende. Y además la edición de conBarba es una pasada. Para los que no hemos hecho la mili, debe ser lo más cercano a esa experiencia entrañable y formadora-del-carácter que dicen que es.




[caption id="attachment_2123" align="alignright" width="192"]OldMansWar(1stEd) "Oye, ¿me haces la portada para mi libro?" " No sé de qué va" "Da igual, hombre, lo primero que se te pase por la cabeza..."[/caption]

¿Te gustaría emular las hazañas de los citados marines, pero tus colegas son unos sosos que solo juegan al d&d o uno de sus malignos clones? Bueno, al menos siempre queda el onanismo del rolero (no, no hablo de los librojuegos): la literatura. Entre otros muchos desvaríos durante la partida que nuestro paciente máster, el sin par bloguero critiKrator, tuvo que aguantar, es que saliera a colación la novela que procedo a DESTRIPAR sin ningún tipo de reparo.


Old man's war, que supongo estará en castellano (pero que para que se note que me fui de Erasmus a Inglaterra, la leí en inglés), es obra de John Scalzi, que según parece es famosillo por Redshirts, novela que no conocía. No es un autor muy prolífico en cuanto a novelas se refiere; va más por el rollo freelance para revistas y periódicos. Este libro es parte de una serie, pero como hago desde hace unos años con las de televisión, yo me limito a la primera entrega.


Si el leer y jugar a 3:16 me recordó a esta novela es por ciertas similitudes en el trasfondo: un futuro no demasiado lejano, un cuerpo militar espacial que se encarga diplomáticamente de los posibles rivales extraterrestres, un tono desenfadado y desmitificador del tema bélico. Curiosamente, juego y libro son coetáneos (2005), aunque dudo que hubiera polinización cruzada, ya que lógicamente ambas beben a tragos de Starship troopers, de Heinlein (Editado: vaya ida de olla, mira que achacarle este truño al pobre Herbert).


El giro principal en esta obra es que la gente que vive en el planeta Tierra no sabe realmente qué está pasando ahí fuera. Nadie puede abandonarla sin haber pasado antes por el servicio militar espacial, y nadie lo hace antes de jubilarse; de ahí el título. Este misterio tan misterioso se resuelve rápidamente, y cualquiera que esté un poco al tanto de la ci-fi de los últimos años se imagina cómo se resuelve el tener a una banda de yayos dándose de piños en gravedad cero y sin obras de construcción a las que mirar: la transferencia de la conciencia a un cuerpo nuevo. Pero no cualquier cuerpo, no; un pedazo de clon de uno mismo, alterado genéticamente para sintetizar energía mediante fotosíntesis (green is the new black), con sentidos incrementados (pupilas gatunas, ¿adivináis quién tiene gatos en casa?), y un asesor informático implantado que lo mismo te despierta que te calcula parábolas para un disparo de mortero.


Tras desvelarse la incógnita inicial, el relato nos conduce por una sucesión de escenarios de guerra con variopintos seres, la mayoría malos malísimos y que merecen ser exterminados por nosotros los humanos, que como todo el universo sabe somos seres equilibrados y adornados con miles de gracias. Me gusta en especial una de las especies más malotas, cuya principal maldad es comer humanos; luego además resultan ser unos listillos y unos aprovechados. Y unos chivatos.


La escritura de Scalzi es muy de bestseller, tanto en el buen como en el mal sentido del término; no se enreda con disquisiciones morales o éticas ni pretende adornar su discurso con exóticas figuras estilísticas. Por otro lado, echa mano de recursos facilones y lacrimógenos, aparte de algo que tendría que estar prohibido bajo pena de exilio a una luna de Marte: lo romántico en la ciencia-ficción.


El resultado de este cóctel de nitrógeno líquido es una historia divertida, desenfadada y que parece pedir a gritos su plasmación en una aventurilla rolera. De hecho, en ocasiones la novela me recordaba a alguno de esos títulos exclusivamente ideados para la chavalería que sigue religiosamente alguna que otra ambientación mazmorrera como Reinos olvidados, por cómo se articula toda la narración en torno a lo que nos cuenta el protagonista, y cómo detalla casi como lo haría un manual de rol los nuevos poderes adquiridos, la etología de las especies alienígenas y los combates en los que se enzarza. Y es que no todo tiene que ser Stanislaw Lem en la ci-fi, hombre.


Wikipedia me ha pedido que deje clarito que la foto de la portada del libro tiene copyright y eso, así que lo pongo

6 comentarios:

  1. La vieja guardia, lo titularon aquí. Me gustó bastante (y yo no soy mucho de ci-fi). Tiene lo mejor de Starship Troopers pero sin ese militarismo rancio que se gastaba Heinlein. Las siguientes partes, como es de prever, bajan el listón respecto al primero, pero no dejan de estar bien. Eso sí, a partir del tercero, si lo del romance y dramón mezclado con ci-fi te provoca alergia, mejor ni te acerques. El segundo debería ser bastante seguro, en ese aspecto.

    Los encontré muy entretenidos, en cualquier caso. Una buena lectura ligera.

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  2. Mira, una traducción del título interesante. Eché un vistazo somero a las sinopsis de las siguientes y no me convenció lo que vi; soy muy pejiguero, qué se le va a hacer. Y gracias por la sutil indicación, se me ha ido muchísimo el santo al cielo con el Herbert...

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  3. vaya, tengo leídos 2 la saga (los siguientes no los ponen muy bien) y me parecieron muy divertidos. La vieja guardia se llamó, si. El Scalzi es muy famoso entre los escritores de cifi, porque es presidente de no se qué asociación.
    Para mi deshonra no tengo leído Starship troopers, pero si otras cosas de Heinlein y no me termina de...

    3:16: siempre digo lo mismo, para partidas sueltas me hace gracia, muy poco variadas las partidas. hay una discusión recurrente entre algunos aficionados que dicen que el juego te da para una campaña de hasta 10 sesiones. Yo sigo sin verlo. Como muchos indies, mas de un par de sesiones creo que se desmorona.

    pero una pena perderme la partida. :(

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  4. Este Hutton es un tío cachondo; en el libro propone una campaña de veinte misiones. Con empeño supongo que cualquier juego puede dar de sí, pero tal y como está planteado este 3:14, lo suyo es echarse unas partidas de vez en cuando.

    No te preocupes, repetiremos algún día...

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  5. Pues después de todo lo que decís paso de las novelas...

    Después de masterearlo un par de veces, de haber jugado una y como repasado 3 veces el libro, la verdad es que tengo ganas de seguir con ello otro rato por lo menos. El juego es simple porque tiene ese mal típico de los indis que desean sacar algo rápido y ni repasan ni reposan así que es un poco tedioso, pero si se juega con libertad e innovando SIN pasarse y SIN adulterar, una vez aprendido bien el tema, no digo llegar a 10 sesiones pero unas cuentas para salvar tardes si da. Estoy viendo que un aliciente de las partidas es la competición entre jugadores y eso no se puede dar hasta haber pillado el juego, en la 1º y 2º partida es difícil que eso se dé así que creo que 3:16 es de efecto retardado, un pecado en los tiempos de todo y en vena ya. En fin, me gustaría repetir una vez más mínimo para comprobar mis intuiciones con aliens más duros, otro pecado del juego: si la amenaza no es grave resulta un poco aburrido, que la otra vez apenas se notó que la guerra es un infierno.

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  6. No, hombre, el primer libro merece la pena. No ganará el Booker prize pero es muy entretenido.

    Mi sensación es similar a la tuya, que hay más jugo que sacar del juego. Cuánta razón tienes con las prisas, Hutton lo presentó para un concurso que ponía como límite de tiempo 24 horas, al loro.

    ¡Cuenta conmigo para otra escaramuza!

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