Incluso estando claro que no somos la especie más agradable que se ha meneao por la biosfera terrestre (y ahí estoy con Lovecraft, seguro que antes o después viene alguien a reclamarla), a veces cuesta creer que seamos responsables de la sarta de atrocidades, barbaridades, tejemanejes, y guarreridas variadas que nos infligimos a nosotros mismos y a las demás criaturillas del planeta. Es por esto que nos agradan tanto las pelis y otro tipo de obras que nos quitan esa responsabilidad de encima y apuntan a terceros como auténticos titiriteros del cotarro.
Un obrerete de la construcción en paro (maldita crisis) se ve envuelto por arte de birlibirloque en un movimiento de liberación clandestino que ha descubierto un secretillo bastante preocupante... mira que le cuesta al hombre convencerse del tema y colaborar, pero cuando al fin y en plan Tomasino lo ve y lo sufre en sus propias carnes, su venganza será terrible. No por nada el prota es un tal Roddy Piper, a la sazón una estrella del wrestling que yo no tenía controlado (había demasiados para lo que los conociera a todos, incluso con el programa sabatino de tele hinco). El resto del reparto son una sarta de secundarios de la época, que básicamente están ahí para ser masacrados y soltar de vez en cuando líneas de diálogo demenciales.
Me recomendó esta curiosa cinta de 1988 un gran amigo, y entra de lleno en el arquetipo de film ochentero estadounidense de terror con mensaje subversivo. Es gracioso que el cine yanki fuera más interesante y rompedor hace ya casi treinta años; y no, no es nostalgia, a las pruebas me remito (repasad, repasad los estrenos del año pasado, por ejemplo). El director de esta entrañable peli es el desigual John Carpenter, con una carrera de unas décadas entre pecho y espalda. No sé si llegaron a tener un affaire, pero él y Kurt Russell filmaron algunas de las mejores películas de los ochenta, entre las que no podemos olvidar Rescate en Nueva York y La cosa. Este provecto abuelete también pergeñó la excepcional Asalto a la comisaría del distrito 13 y una ristra de otros filmes de diversa calidad y potabilidad. En todo caso, sus obras tienen un sello personal característico (un toque de mala baba y un deje de pesimismo innegable) y yo no he visto ninguna que me pareciera una ful de estambul por completo... ¿de cuantos directores se puede decir esto?
[caption id="" align="aligncenter" width="672"] Diseño que se baraja para el próximo billete de euro[/caption]
El concepto pop de los gobiernos en la sombra y las conspiraciones está fuertemente arraigado en el subconsciente colectivo, como bien nos muestra la ficción fílmica y escrita de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI (entre la que se encuentran los juegos de rol... ¿conocéis alguno que no contenga al menos un mínimo de grupos secretos que mueven los hilos?). La realidad ha demostrado que, efectivamente, nos gobiernan de manera encubierta, pero no las molonas organizaciones en plan Spectra, Templarios o la Trilateral, si no gente vieja, arrugada y Luis Bárcenas. Qué aburrida es la realidad.
Me gusta especialmente el punto en el que deja al espectador la película, muy al estilo Carpenter (os hacéis vosotros los deberes en casa, nada de finales facilitos y digeridos): se descubre el sarao, y a ojos de la hipnotizada masa humana queda patente la manipulación de la que hemos estado siendo objeto. ¿Sabéis qué? ¡Que esta película era premonitoria! ¡Es lo que ha pasado en este mismo país, no en los lejanos y exóticos Estados Unidos! Y no sé lo que ocurre al final en el divertido final de este muy recomendable film, pero sí lo que está pasando aquí. Es decir, nada.
Peliculón. Carpenter es uno de los grandes. Si bien es cierto que tiene algún truñete en su filmografía (dime uno que no lo tenga) es el artífice de películas INMENSAS, leáse La Cosa o Halloween y otras joyas desconocidas como En la boca de la locura. Si no la has visto ya estás tardando.
ResponderEliminarGracias por la recomendación, la vi hace poco. No sé si es de dominio público, quizá un pequeño retrospecter también le hace falta. De todos modos, aunque sea un poco crítico, Carpenter es también uno de mis favoritos.
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